¿Qué, no te gusta el final de un cuento? Pues lo cambias y punto.
Si al leerles a tus peques una historia que tiene más años que el eco de una montaña no te convence, pues la adaptas a sus necesidades y santas pascuas.
Ahora, que sepas que eso tiene un nombre. Sí. Censura.
La censura es la supresión, prohibición o control de información, ideas, imágenes o expresiones que se consideran inaceptables, inapropiadas o peligrosas por una autoridad… bla, bla, bla. Ya sabes por dónde voy, ¿no?
Hoy en día, la censura está de moda. Y en la literatura infantil, más. ¡Por el bien de los niños, claro!, dicen.
Pero si hablamos de literatura clásica hay un problema: esos libros, cuentos e historias están ahí por algo. Es decir, son clásicos por alguna razón, no porque alguien lo decidió arbitrariamente. Son clásicos porque perduran.
La literatura infantil clásica es un tesoro, es un búnker con solera. Va más allá de nuestras entendederas y nuestras mentes manipuladoras que quieren adaptarla a la ideología de turno.
Tomemos como ejemplo la última adaptación de Disney, "Blancanieves". Su actriz, Rachel Zegler, dice que hay que acomodar la vieja Blancanieves a los tiempos que corren: —Ya no es 1937 —repite.
Y es verdad. Y tiene razón.
Pero vamos a ver, es que la Blancanieves que creó Disney en el 37, y que ahora quieren cambiar, NADA tiene que ver con la del cuento original recopilado por los hermanos Grimm en 1812.
¡Claro que quieren retocarla! Tienen que acomodarla a la sociedad actual, porque cuando hicieron la primera película, intentaron manejar los patrones de comportamiento de la época, a su gusto y conveniencia. Como los tiempos han cambiado, ahora los gustos y las conveniencias son otros.
Ahora quieren moldear otras pautas de comportamiento porque son otros tiempos y la gente tiene otros intereses. Ellos crearon un problema, y ahora han de retocarlo.
Los clásicos no tienen ese problema y, por eso, no necesitan ser cambiados.
A estas alturas, ya te habrás ido a comprobar que lo que digo es cierto: la película de Disney no tiene mucho que ver con el cuento original. Este, al igual que todos los cuentos clásicos, no están ahí para moralizar o para darnos normas de conducta.
Eso lo hacen grandes compañías para manipular los hábitos de sus “clientes”, o lo hacen muchos cuentos modernos, o libros que se llaman de literatura infantil de unas determinadas corrientes, o… esos escritores del estilo de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont que, en el XVIII, utilizaron el cuento infantil para enseñar valores morales y educativos a los jóvenes de la época. Así fue lo que hizo con "La Bella y la Bestia", por ejemplo, para aleccionar a jovencitas francesas sobre cómo debían comportarse.
A veces, nosotros también caemos en ese juego, diciéndoles a los niños qué deben pensar, creer, hacer o sentir.
Pero los cuentos clásicos no son para eso. Son un compendio de arquetipos maravillosos. ¡Ojo, arquetipos, no estereotipos!
Un arquetipo es un modelo original o patrón universal que representa ideas, comportamientos o roles fundamentales. Son aceptados por todos en diferentes culturas o épocas.
Esos arquetipos, como el héroe, la madre, el villano, el huérfano, el bufón, etc, están ahí para ayudarnos a entender el mundo. Para que los niños experimenten y sientan. No necesitan que les expliquemos las emociones, necesitan vivirlas. Y los cuentos clásicos, libres de moralina, les permiten hacerlo.
Los adultos somos los que tenemos que trabajarnos las emociones. Los niños no; ellos deben experimentarlas. Y lo hacen con un cuento clásico libre de monsergas e influencias que les muestren qué deben pensar, hacer o sentir.
Por eso, en lugar de censurar, propongo leer los libros cuando toca. Sin prisas, sin explicaciones innecesarias. Deja que los niños interactúen con esas leyendas que han pasado de generación en generación, transmitiendo sabiduría.
Para los niños de 0 a 6 años, busquemos libros que repitan, exploren el lenguaje y conecten con el mundo natural. ING Edicions es una buena referencia para esta etapa. Y no, no me pagan por decirlo, ni siquiera saben quién soy, jajaja. Hacen una labor estupenda en este acercamiento del niño a la lectura y al ciclo de la vida, desde su fundamento, la pedagogía Waldorf.
Para niños de 6 a 9 años, es tiempo de conocer a los hermanos Grimm y todo ese elenco de sabiduría popular contenido en sus recopilaciones de todo el mundo. ¡No olvides el final feliz para esta edad! Pronto escribiré sobre esto. Si te interesa, suscríbete y te mantendré al tanto.
Échale un vistazo a este listado de diez libros infantiles.
Algunos de ellos te servirán también para la siguiente franja de edad también.
Y para niños de 9 a 12 años, es tiempo de conocer a Hans Christian Andersen y sus finales trágicos, como el de "La Sirenita". Sí, sí, has oído bien: final trágico.
De nuevo, Disney nos ha confundido.
No, al final Ariel no se casa con Eric, como nos hizo creer la compañía de Walt. Pero no te lo voy a contar. Te dejo que leas el cuento original tú mismo. Verás que ahí no se dan sermones baratos, y la misma Blancanieves no necesitan que le digan que se empodere, porque ya lo está ella solita sin que se lo digan.
Si buscas más recomendaciones, échale un ojo a la selección de Mavi Pastor sobre clásicos para niños de 9 a 12 años. Y no, ella tampoco me paga, pero su selección es impecable.
¿De verdad quieres saber qué esconden realmente los cuentos clásicos? No te pierdas las palabras de Laia Oraá en YouTube. Cada minuto es oro.
Ah, y tampoco me paga.
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Comentarios
No sé si estoy de acuerdo contigo.
Los cuentos clásicos me parecen muy crueles, en general.
Y, respecto a adaptarlos, yo empecé a hacerlo con mis hijos,antes que se convirtiera en una tendencia. En la Caperucita roja que yo les contaba no había un cazador sino un sendetista y, por supuesto, no mataba al lobo, sólo lo ahuyentaba.
No sé si lo hice bien pero lo hice como creía que era mejor.
Saludos.
Lo hecho, hecho está. Y si fue lo que creíste mejor, ojalá y acertases: en esto no hay soluciones tajantes, sino intentos de descubrir qué es lo que estas tradiciones, que un día fueron orales, tenían de bueno para transmitir de generación en generación.
Gracias por la aportación
Santos
Hola tuve excelentes profesores que al final de mi secundario y el terciario me llevaron a leer los clásicos originales. Y una de ellos, psicologa infantil y mamá, nos explico que cada cuento trabajaba sobre un miedo del niño, si esos que tienen aunque creamos que no, y del que mucho no expresan, y que al llegar el final feliz, en la edad de 6 a 10 0 12 años, les ayudada a descomprimir ese miedo, a que puedan manejarlo. En cuanto a la Sirenita conozco el cuento original, por mi padre, que leyéndolo de chico le quedo grabado y cuando ya tuve una edad apropiada me dijo el final no es el que crees, es muy triste, y yo fui al tiempo a leerlo.
Gracias por el comentario, Evangelina.
Efectivamente, de forma que va más allá de nuestras propias entendederas, estas tradiciones, que un día fueron transmitidas oralmente y que quedaron en el pueblo como tesoro escondido que traspasar a las futuras generaciones, contienen algo que conecta con lo más interno del ser humano, desde que uno es pequeño.
Gracias
Santos