Treinta y un años para crear una obra de arte 

Publicado el 7 de mayo de 2024, 22:36

¡Hoy es siete de mayo!

¡¿¡Siete de mayo!?!

Esta tarde a las 7:30pm hará exactamente doscientos años que un tal Ludwig por fin terminara de componer, y estrenar, su Novena Sinfonía.

 

Por eso, hoy doy por finalizado el manuscrito de mi próximo libro infantil "Cuentos del Medway II: Sinfonía en clave de Sol", dedicado a Beethoven y su magnánima Novena; y que niños de entre 6 y 9 años espero que disfruten en breve.

El estreno de aquella sinfonía se llevó a cabo frente a 1200 personas en la Corte Imperial de Viena. Fue el Taylor Swift del momento, pues nadie quiso perdérselo, y sus entradas se agotaron en cuestión de minutos.

Todos esperaban lo novedoso, lo extravagante y transgresor de la obra, como lo había hecho en las anteriores.

Y esta no fue menos.

Por muchas razones, aunque la más importante fue el hecho de cantar un poema en la última parte. ¡¿¡Cómo se atreve!?!

Y, ¿por qué?

Pues la cosa empezó treinta y un año antes, cuando él tenía veintitrés. Se enamoró de la “oda a la alegría” de su contemporáneo Schiller —el Juan Carlos Mestre de la época—.

No podía dejar de leer aquel poema.

Se prometió a sí mismo que no moriría sin verlo cantado. Y así fue. Casi al final del estreno de su Sinfonía en re menor, en el Cuarto Movimiento, agarró a un puñado de danubianos y alpinas para cantar tanto y tan fuerte que levantó de los asientos hasta lo más rancio de la burguesía Vienesa.

Ni Miguel Ríos movió tanto cuando lo 

readaptó en su LP “Despierta” de 1970.

Te invito a que te pongas en la situación de aquel día.

Imagínate la escena:

Recuerda que Beethoven estaba más sordo que una tapia. Llevaba ya unos añitos así. Y esa noche, recuerda que no ha podido escuchar nada de la obra mientras la dirigía.

Pues bien. Con esas, termina de dirigir, y le agradece a sus músicos el trabajo con un “bien hecho muchachos”, sin saber que detrás de él 1200 almas se desgalillaban con una ovación nunca vista hasta entonces.

La solista primera baja de su estrado, toma del brazo al buen anciano y lo gira hacia el público.

 

Su rostro se petrificó, y su corazón comenzó a latir tan rápido como sus lágrimas a corretear por su rostro. De la emoción.

 

 

Estas y muchas otras historias parecidas son las que me hicieron casi obsesionarme con este día: el siete de mayo.

Unos seis meses he estado trabajando para crear este libro infantil y para terminarlo justamente hoy. Son más de 30 microcuentos y 4 historias ilustradas a dos bandas y a la vez.

Eso último no te explico lo que es, porque es el plato fuerte del libro.

Mas de 100 páginas que Luisto+ Quintanar está ilustrado a dos manos y a todo color.

En cuanto encontremos editorial para publicar, estaremos encantados de hacértelo llegar.

Hasta entonces, Celebra este 7 de mayo, y ponte al día con la primera parte, Cuentos del Medway I.

 

Santos CS Bermejo

(7 de mayo de 2024)


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